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A continuación les ofrecemos la valoración que hace el Profesor José Antonio Gómez Yáñez del Informe realizado sobre la industria del juego en la Comunidad de Madrid en el último año.

Una vez más, insiste en la idea fundamental y más importante:

Diez millones de españoles visitan alguna vez al año algún casino, bingo o salón o echa monedas distraídamente en una máquina o apuesta sobre el resultado de algún deporte. Son entretenimientos inofensivos. Pero ese entretenimiento genera riqueza: su ocio se transforma de empleo y activación de la economía.

El tiempo de ocio de unas personas es el empleo de otras, e impuestos, cotizaciones sociales e inversiones. Eso son el juego y el turismo.

Agradezco la invitación de Infoplay a comentar el Informe publicado por las siete patronales del juego en la Comunidad de Madrid. Evitaré cifras, que están en el informe, para insistir en la idea central: el juego crea valor en forma de activos económicos tangibles para el conjunto de la sociedad y de la economía. Me ceñiré al juego de entretenimiento, no a las loterías.

Crea empleo directamente a través de sus establecimientos, de la operación de máquinas en hostelería, de la fabricación de equipos y del know how para mantener esas redes. Crear empleo significa una importante masa salarial y un volumen igualmente importante de cotizaciones sociales. Durante estos años ha impulsado a los sectores de la construcción e inmobiliario, creando indirectamente trabajo o empleo. Sus máquinas en bares, fundamentalmente en los de autónomos, suponen una transferencia para cada uno de aproximadamente el coste de un empleado o de medio empleado, depende del bar.

Si desaparecieran esas máquinas se destruiría empleo o la ayuda familiar. Esto significa que las máquinas contribuyen a sostener el tejido social de bares como espacios de reunión. Se echan de menos los bares en esta semanas, ¿verdad? Parte del dividendo social de las empresas de juego es que los impuestos especiales que pagan suponen lo mismo que lo que paga cada una de las tres o cuatro multinacionales emblemáticas españolas. Un tercio de lo que se juega por entretenimiento va a impuestos y cotizaciones sociales.

Durante estos años, en la Comunidad de Madrid, pero también en otras comunidades, el sector se ha expandido alquilando locales que ha acondicionado (llama la atención que ningún vecino se queje en su ayuntamiento de los ruidos de los bingos o salones). La alternativa son locales vacíos, es decir, propietarios, personas que han ahorrado e invertido sus ahorros en locales para disponer de una renta, que se quedan sin ingresos, y locales vacíos que serían cicatrices de abandono en las calles y estarían “okupados” o pintarrajeados. Algún dato: desde 2007 las sucursales bancarias han pasado de más de 40.000 a apenas 20.000. Los concesionarios de automóviles también han quedado en la mitad. También ha desaparecido mucho pequeño comercio. El juego a través de sus inversiones ha paliado esta desertización comercial abriendo locales. Sintoniza con la nueva realidad comercial que ha pasado a los “servicios personales” desplazando a las mercancías.

El turismo y el juego padecen una etiqueta de puerilidad, como si su aportación de valor no fuera nada o casi indeseada. Sin embargo, estamos descubriendo que los ingresos que proporciona el ocio de los turistas que nos visitan es un valor determinante para la economía del país. El juego es un complemento en la oferta ocio que ofrece España a los turistas y a los españoles que quieran destinar una parte de su tiempo a entretenerse. Diez millones de españoles visitan alguna vez al año algún casino, bingo o salón o echa monedas distraídamente en una máquina o apuesta sobre el resultado de algún deporte. Son entretenimientos inofensivos. Pero ese entretenimiento genera riqueza: su ocio se transforma de empleo y activación de la economía.

El tiempo de ocio de unas personas es el empleo de otras, e impuestos, cotizaciones sociales e inversiones. Eso son el juego y el turismo.

No eludiré coger la sartén por donde quema, aunque no es materia del informe comentado. Me ceñiré a Madrid-capital: casi 800.000 personas en la ciudad de Madrid juegan para entretenerse. En 2019, los Centros de Atención del Ayuntamiento atendieron a 37 personas por trastorno de juego no asociado al consumo de otras sustancias, y otras 218 con este trastorno asociado al consumo de sustancias. Total: 255. Son 255 problemas personales. Pero toda actividad humana tiene un reverso negativo: accidentes de tráfico, muertes en la piscina, obesidad por alimentación inadecuada, no es posible la seguridad absoluta. Sin adjetivar nada con lo que alguien pueda sentirse ofendido, la comparación entre 800.000 y 255 es elocuente. Si hay que trazar una frontera cuantitativa a lo que es un problema social seguro que está por encima del 0,00032% de quienes practican alguna actividad y del 0.00007% de la población de referencia. Tecleado con toda consideración a los problemas personales que hay tras estas cifras, esos 255.

Cuestión distinta es que el juego suscite reacciones incandescentes entre algunos que no juegan e ignoran las minuciosas regulaciones con que funciona. Ese es otro tema. Tiempo, estudios y datos habrá para contrastar sus opiniones con los motivos por los que juegan los clientes de juego.

 

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